La exposición "La Botica de San Ignacio. Farmacias del siglo XVIII en el Museo de Valladolid" reúne piezas cedidas al Museo por la Diputación de Valladolid y del Colegio de Farmacéuticos"
30 de marzo de 2010
Castilla y León |
Delegación Territorial de Valladolid
La exposición La Botica de San Ignacio. Farmacias del siglo XVIII en el Museo de Valladolid", abierta desde el 5 de diciembre en el Museo de Valladolid, Palacio de Fabio Nelli, ha prorrogado su periodo de apertura al público hasta el próximo 3 de julio. Hasta la fecha de hoy, la exposición ha sido visitada por más de 8.000 personas.
Dentro del programa de la exposición se han desarrollado numerosas visitas explicadasy el taller escolar
La botica en el Museo, en el que han participado 300 escolares, incluidos en este número varios niños de la planta de pediatría del Hospital Clínico, donde el Museo traslada su actividad educativa una vez al mes.
Con la prórroga, además de la visita general, continuarán las visitas explicadas y el desarrollo de talleres escolares. Ambas actividades están dirigidas a grupos, previa concertación.
La muestra, que ha sido especialmente celebrada por el colectivo farmacéutico, refleja el interés de las antiguasboticas conventuales vallisoletanas y saca a la luz fondos desconocidos del Museo. El catálogo de la exposición ha gozado de buena acogida y se encuentra prácticamente agotado.
Las piezas recogidas en esta exposición son en su mayoría recipientes de cerámica talaverana conservados en el Museo y procedentes principalmente de la botica del antiguo Colegio jesuita de San Ignacio, aunque también incluyen otras procedentes de otras boticas conventuales de Valladolid como las de San Benito o la Cartuja de Aniago. La exposición se completa con piezas de vidrio y otros materiales utilizadas en las boticas, medallas, medallones, además, como contrapunto, de algunos objetos utilizados como remedios o prevención populares como relicarios y amuletos.
La imposibilidad de exponer de forma permanente este conjunto, es lo que motiva esta exposición temporal, a la que se incorporan otros fondos del Museo, también desconocidos, relacionados con el entorno de las boticas.
La exposición, promovida por la Junta de Castilla y León, titular del Museo de Valladolid, cuenta también con la colaboración de la Diputación Provincial de Valladolid, que en 1963 depositó en el Museo gran parte del botamen del Colegio de San Ignacio que habían ido a parar al Hospital Provincial, y del Colegio de Farmacéuticos de Valladolid, que colabora en la edición del catálogo.
Todos los objetos expuestos se albergan en una única sala en la que mediante diferentes elementos de montaje y detalles expositivos se consigue un clima propicio para ambientar aquellas boticas. La exposición cuenta además con un vídeo creado al efecto, que evoca las boticas monásticas del Valladolid dieciochesco, y la Junta de Castilla y León ha editado también un catálogo de la exposición, coordinado por la directora del Museo, Eloísa Wattemberg, con textos de importantes historiadores y especialistas y fotografías de las obras expuestas.
La exposiciónEl conjunto de recipientes del botamen de la farmacia del Colegio de San Ignacio de Valladolid, del año 1733, constituye el elemento fundamental de la exposición. Estas piezas fueron depositadas en el Museo en 1963 por la Diputación Provincial titular del Hospital Provincial en el que se conservaban. Sin embargo, su trayectoria se remonta al año 1767, cuando en aplicación del Decreto de Carlos III por el que se expulsaba a los jesuitas de los territorios de la Corona de Castilla los bienes de la Compañía fueron destinados a instituciones públicas o vendidos, concediéndose los de la Botica de San Ignacio al Hospital General de la Resurrección, situado entonces en el solar de la actual Casa Mantilla, y posterior Hospital Provincial.
Este depósito vino a unirse a otros fondos farmacéuticos que el Museo ya tenía en sus colecciones, procedentes de las boticas del Monasterio de San Benito el Real y de la Cartuja de Aniago, constituyendo un curioso muestrario de las boticas vallisoletanas en la época de la Ilustración.
Entre las piezas procedentes de la Botica de San Ignacio destacan un conjunto de recipientes del botamen compuesto por diez jarrones, dos tapaderas, ciento cuarenta y dos botes, cuatro ungüentarios y once pildoreros. Los jarrones presentan la forma de cántaro panzudo provisto de dos asas moldeadas en forma de medusa o monstruo anguípedo, mostrando en ambos frentes una ornamentación de tipo paisajístico característica de la loza talaverana de la serie de escenas azules con árboles de troncos paralelos, aunque aquí el motivo principal sea un escudo circular coronado con el emblema de la orden de los Jesuitas. Las tapaderas de los jarrones muestran una decoración paisajística de carácter similar. Los tarros, por su parte, presentan en el frente un escudo oval coronado y una cartela en blanco con marco de eses para escribir el nombre del contenido.
Otras de las piezas encontradas en la botica de San Ignacio son las redomas, recipientes de base circular que van estrechando hacia el cuello su volumen hasta alcanzar un diámetro abarcable con la mano. Tienen cartelas dispuestas en diagonal, pintadas sobre el vidrio en blanco y rojo que indican sus contenidos: Agua de Jazmín y, posiblemente, sirope de rosas. Estos recipientes eran abundantes en las oficinas de farmacia por ser los más utilizados para contener líquidos, aceites, jarabes y mieles.
En el inventario de la botica de San Ignacio, entre los enseres que se encontraban en el despacho y laboratorio, se citan un almirez de marfil, tres de vidrio, uno de plomo, seis de bronce, dos de ellos de entre cuatro y siete arrobas, y cuatro morteros de piedra.
La exposición muestra piezas de otras boticas como la de San Benito, en la que destacan los recipientes de farmacia, vasijas que pertenecieron al botamen del monasterio de San Benito el Real de Valladolid y que, habida cuenta de sus características, deben pertenecer a encargos realizados en dos momentos diferentes. Así, en el último tercio del siglo XVII se fabricarían los dos grandes cántaros o jarrones, dos botes y tres pildoreros. Posteriormente, con motivo de la reforma y ampliación de la botica de San Benito, el monasterio encargaría más recipientes a los alfares de Talavera, correspondiendo a este encargo otros dos botes y un pildorero.
En la exposición se encuentran, además, recipientes de farmacia pertenecientes a la botica de la Cartuja de Aniago. Estas piezas muestran en su frente, pintada en azul, un águila bicéfala, explayada y coronada, de cuyas garras pende un collar de orden militar rematado en una estrella de ocho puntas
sobre la misma se dispone un escudo oval con las armas de Castilla y León.
Otra vitrina guarda piezas relacionadas con las farmacias del siglo XVIII. Entre ellas, se encuentran elementos de vidrio como un vaso broncal, frascos para líquidos
utensilios de peso como el ponderal, equivalente a 8 libras castellanas, así como un atril, un jarro de loza común vallisoletana, medallones-relicarios, y varias medallas conmemorativas. La exposición también muestra objetos utilizados como talismanes en aquella época como higas de azabache y plata o coral y hierro, castañas, gotas de leche formadas de ágata y plata, fusiques (pinza de crustáceo y metal dorado) y tabaqueras elaboradas de cuerno, madera y hierro.
La botica de San Ignacio y las farmacias del siglo XVIIIEl nombre que recibe la muestra guarda relación con el Colegio de San Ignacio, perteneciente a la Compañía de Jesús que se estableció en Valladolid en 1543. El Colegio de San Ignacio tuvo gran actividad en la vida de la ciudad y, como la mayoría de las fundaciones jesuitas, la de Valladolid también tuvo su farmacia, que en el siglo XVIII se contaba entre las mayores y mejor surtidas de la ciudad, junto con la que tenían los conventos de San Benito el Real y San Pablo.
El establecimiento de boticas en el seno de las fundaciones religiosas tiene su origen en los monasterios benedictinos. Desde la Edad Media, los monjes encargados de atender y cuidar a los enfermos fueron introduciendo la práctica de la medicina y los remedios curativos más elementales en sus clausuras, haciendo con ello necesario la existencia de un espacio dedicado al almacenamiento de productos y confección de medicamentos, y de huertos o jardines botánicos para cultivar las plantas medicinales de uso más común.
Según la regla o constituciones que regían la vida de las órdenes religiosas, sus boticas alcanzaron mayor o menor entidad pero fueron, en general, piezas habituales en los monasterios, complemento de las propias enfermerías que, en casos, también estuvieron abiertas a la acción caritativa y al despacho de medicamentos al público.
Horario: Martes a sábados: 10 a 14 h. y 16 a 19 h. Domingos: 10 a 14 h. Visitas concertadas Grupos escolares: Martes a viernes, de 10 a 13 h. Otros grupos: Jueves por la tarde, de 16 a 18 h. Concertar preferiblemente por correo electrónico: : museo.valladolid.deac@jcyl.es ) 983 351 389 (de 9 a 14h., lunes a viernes) Museo de Valladolid Palacio de Fabio Nelli. Plaza de Fabio Nelli s/nValladolid |