La campaña de excavaciones de 2011, dirigida por el profesor Manuel A. Rojo, está ofreciendo importantes novedades sobre los complejos rituales funerarios que las poblaciones neolíticas llevaron a cabo en esta zona
19 de agosto de 2011
Castilla y León |
Delegación Territorial de Soria
El delegado territorial, Manuel López Represa, acompañado por el profesor Manuel A. Rojo y por el jefe del Servicio Territorial de Cultura, Carlos de la Casa, ha visitado esta mañana las excavaciones que se están llevando a cabo en el túmulo de La Mina, en Alcubilla de las Peñas. Esta es la cuarta campaña de excavaciones que la Junta financia en esta zona a la que ha destinado, por el momento, un presupuesto total de 39.800 euros.
Con las excavaciones de la campaña 2011, actualmente en curso, se pretenden abordar una serie de objetivos, como la delimitación completa del perímetro del túmulo en sus diferentes fases constructivas, para lo que se están realizando diversos sondeos arqueológicos en todas las direcciones, y la excavación del osario, recuperando y documentando todos los restos óseos humanos encontrados allí, así como los materiales arqueológicos que se depositaron junto a ellos a modo de ofrendas. A su vez, se están recogiendo nuevas muestras para los estudios de ADN antiguo que se están realizando en los laboratorios de Instituto de Antropología de la Universidad de Mainz (Alemania), con la que el año pasado se inició una colaboración científica a través del profesor Kurt Alt, especializado en análisis de ADN antiguo.
Según el profesor Manuel A. Rojo, las excavaciones arqueológicas de esta campaña 2011 están sobrepasando los objetivos inicialmente planteados, sacando a la luz interesantes novedades. En 2010 se confirmó que los hallazgos encontrados correspondían con una tumba megalítica monumental que había experimentado dos grandes fases constructivas: una primera (fase I) en la que se habría erigido un dolmen de corredor de notables dimensiones, hecho a base de grandes ortostatos de piedra y rodeado por un túmulo de piedras calizas, y una segunda (fase II) en la que éste sepulcro colectivo fue desmontado por completo, cubriéndose el osario colectivo previo con un pequeño túmulo de piedras, construyéndose en el interior del viejo túmulo un enigmático pasillo de acceso, y recreciendo todo el túmulo en alzado y extensión.
En 2010 quedaron documentadas varias zanjas de cimentación de los ortostatos del pasillo de la tumba de la primera fase (dolmen de corredor) y en las excavaciones de este año se han descubierto otros en la zona de la antigua cámara funeraria y los dos primeros del pasillo, en el interior de uno de los cuales ha aparecido un ídolo-espátula de hueso, que fue depositado allí cuidadosamente en el curso de las ceremonias que rodearon la clausura y desmontaje de ese sepulcro durante la fase II, cuando se arrancaron los grandes bloques de piedra que formaban la primera tumba. Además, se ha descubierto también, en la zona del pasillo pero cerca de la entrada a la cámara, lo que podría ser la fosa de cimentación del menhir decorado descubierto en la primera campaña y actualmente en proceso de restauración en el Museo Numantino de Soria. El menhir habría sido colocado, por tanto, en la segunda fase o ritual de clausura del dolmen previo, justo al lado del pequeño túmulo de piedras que cubrió los restos óseos de dicho dolmen y rodeado por la gran coraza tumular añadida en esta fase.
Se trataría, por tanto, de un espectacular ritual de clausura que transforma lo que fue una tumba colectiva en un imponente monumento funerario a la memoria de los antepasados.
Por otro lado, la excavación de los sondeos realizados para delimitar la extensión del túmulo ha permitido constatar el hallazgo de un monumento funerario de dimensiones muy importantes, pues contaría con una planta oval de unos 31 metros de longitud en el eje mayor y unos 22 en el menor. En estos sondeos, además, se ha podido descubrir la existencia de una zanja de cimentación de un muro perimetral que rodearía, a su vez, al túmulo, acotando un extenso espacio ritual en torno a todo el monumento. Todo ello demuestra que el yacimiento del túmulo de La Mina fue un gran centro ceremonial del Neolítico dedicado a la veneración de los antepasados, que se construyó en torno a una tumba megalítica previa (dolmen de la fase I), que albergaba un osario colectivo con los restos de los individuos allí enterrados a lo largo del tiempo.
Este imponente centro ceremonial se ubicó de forma intencionada en el centro de una gran planicie, rodeado de una serie de relieves menores (pequeños cerros y colinas), que no sólo sirvieron de escenario natural sino que demuestran cómo el monumento se ideó para ser integrado como un elemento más del "paisaje cultural" de estas poblaciones prehistóricas, para las que los elementos naturales eran también parte fundamental de su mundo mitológico. La existencia de un auténtico "menhir natural" en uno de los riscos que rodean el túmulo fue algo que probablemente no escapó a la atención de los constructores de este importante monumento megalítico soriano donde otro menhir, esta vez obra de la mano del ser humano, presidía erguido sobre la planicie las ceremonias desarrolladas por aquellas remotas poblaciones del Neolítico hace unos 6.000 años.