El objetivo de la actividad la ‘pieza desconocida del Museo’ es acercar a los visitantes los objetos más singulares y desconocidos por no ser parte de la exposición permanente del centro cultural. En esta ocasión, la pieza elegida es un óleo sobre lienzo de autoría anónima datada alrededor de 1670, que representa al platero y terciario de la Orden del Carmen, Lucas Aguilar, personaje de la vida segoviana del siglo XVII, venerado por la excelencia de sus virtudes caritativas y curativas.
14 de marzo de 2014
Castilla y León |
Delegación Territorial de Segovia
El Museo de Segovia continúa con su ciclo de propuestas culturales dirigidas a todos los usuarios y visitantes, entre ellas, una de las más novedosas es la ‘pieza desconocida del mes`. Esta actividad tiene como objetivo promover el conocimiento de aquellos objetos singulares y desconocidos que no suelen estar incluidos en la exposición permanente del Museo. Con la iniciativa también se busca atraer a un público que, aunque ya haya visitado el Museo de Segovia en anteriores ocasiones, pueda estar interesado en estas piezas por su temática, procedencia o significado.
El lienzo responde a una circunstancia específica de los decretos de Non Cultu de Urbano VIII, una normativa que prohibía la posibilidad de rendir culto o mostrar con aura de santidad a quienes habían muerto con tal fama y no hubieran pasado un proceso de beatificación o canonización. La particularidad de esta pintura es que dichos decretos permitían, en determinados ámbitos, el reconocimiento de la condición de venerable a aquellos que hubieran mostrado las virtudes de los distinguidos como siervos de Dios y autorizaban así su representación al estilo de santo, pero fuera de culto y no nimbada. Por tanto, el lienzo de Lucas Aguilar es entendido como un simple retrato orante, lo que no deja de resaltar su venerabilidad.
La semblanza hagiográfica habla de su devoción a la Virgen del Carmen, de cuya orden fue terciario, de sus virtudes, de su asistencia a los enfermos del Hospital de la Misericordia o del acogimiento de pobres en su propio hogar. De los hechos que contribuyeron a su veneración, destacan las apariciones y curaciones post mórtem, su milagrosa ayuda en partos y de sus visiones, en especial la premonitoria de que uno de sus hijos nacería con cuatro estrellas en el cielo del paladar.
Lucas Aguilar nació en la villa de Monzón, Huesca, en 1595. Tras una breve estancia en Zaragoza al servicio del conde Aranda, se desplazó a Valencia, donde comenzó su formación de platero, que concluyó en Madrid. Al poco tiempo se trasladó a Segovia, donde abrió taller y casa en la calle Real, y donde se casó con María de Contreras. Murió en la capital segoviana en 1631 a la temprana edad de 36 años, pocos meses después de ser nombrado mayordomo de la Alhóndiga de la ciudad. De su labor profesional hay escasas referencias. Consta que fue ensayador de la Casa de la Moneda, que realizó cierta reparación en la cruz parroquial de Valleruela de Sepúlveda, obra de Francisco Ruiz, y que se le encomendó la realización de la cruz grande del oratorio del convento de Santa Isabel.
Un lienzo con pocos datos
La cartela que aparece en la pintura solo hace referencia a su pertenencia a la Tercera Orden del Carmen y a la fecha de su muerte, concretamente el 16 de noviembre de 1631. Nada se dice de su origen, de su condición de platero, de sus virtudes ni de los prodigios que realizó. Toda esta información está ampliamente documentada en obras de Diego de Villeta (1680), José Boneta (1680) y Félix de Ramia y Montañés (1711).
El lienzo muestra a Lucas Aguilar arrodillado ante un altar de la Virgen del Carmen, en una capilla cuya perspectiva se prolonga hacia un espacio claustral. Viste ropas negras y una capa o manto oscuro, que podría responder a su condición de terciario. Lleva las manos en oración y parece que su mirada se dirige hacia la imagen coronada de la Virgen con el Niño que preside el altar, vestido con pequeños floreros con rosas.
La pintura es de autoría anónima, datada alrededor de 1670, de la que se desvelan usos de la escuela vallisoletana y realizada después de fallecer Lucas Aguilar para uno de los pocos lugares en los que podía ser mostrado como venerable. La devoción que suscitó su persona a raíz de su muerte fue tal que hubo que cerrar el recinto donde se depositó su cuerpo con el fin de que sus devotos no lo mutilaran para hacerse con sus reliquias.
Las personas que quieran acercarse al Museo de Segovia para observar esta exclusiva pieza pueden hacerlo en el horario habitual del centro, de 10.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 19.00 horas, de martes a sábados; y de 10.00 a 14.00 horas los domingos. Además, los sábados podrán disfrutar de una visita comentada de 13.00 a 13.30 horas.